La costumbre de pedir dulces de puerta en puerta (truco o
trato) se popularizó alrededor de 1930. Según se cree, no se remonta a la
cultura celta sino que deriva de una práctica que surgió en Europa durante el
siglo IX llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de
noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo
en pueblo mendigando “pasteles de difuntos” , que eran trozos de pan con pasas
de uva. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el número de
oraciones que rezarían por el alma de los parientes muertos de sus
benefactores. En esa época se creía que los muertos permanecían en el limbo
durante un período posterior a su fallecimiento y que las oraciones, incluso
rezadas por extraños, podían acelerar el ingreso del alma al cielo.